Me dices que me parezco a los caracoles
me sobra techo me muero en soles
tras la espesura del chaparrón...
Será que el camino bueno se ha vuelto malo
o que no quiero pegar ni un palo
que solo quiero escuchar tu voz...
Los mismos clavos, Marea.
Dicen por ahí (o más bien, digo yo ahora), aunque tal vez sea una leyenda urbana sin ningún fundamento, que somos como caracoles y que nuestras acciones son la baba que vamos dejando.
Por eso, pasemos por donde pasemos, por mucho que nos avergoncemos luego o que deseemos no haberlo hecho, queda la marquita, el rastro, las huellas que puede seguir aquel que desee seguirlas.
Y ahora, ya no se puede borrar nada, porque, todos lo sabemos, los caracoles no manejan fregonas y no vuelven atrás ni para borrar, ni para coger impulso.
Por eso y por muchas mas cosas, es muy cruel jugar a la pelota con otro niño y llevarte la pelota cuando le toque tirar a él. Por eso, no puedo soportar que ahora intentes borrarlo todo sin más, porque ya no se puede, porque eso pasa en Fisica o quimica, que una temporada intentan matarse, pero a la siguiente se acuestan juntos y no se acuerdan del último personaje que ha dejado la serie.
Tras esta pequeña declaración de (des)intereses, he de decir que hoy he asistido a un taller de cine y mujer, donde hemos visto el corto Pasionaria, de Leonor Bruna, que recomiendo a todo el mundo. Maravilloso, sin más. Ambientado en los últimos momentos del franquismo y que narra una historia de adolescentes que ya son mujeres, pero de otra época.
Besos y abrazos con baba de caracol de
~jul