domingo, 17 de noviembre de 2013

El no dormir cuando el otro sí lo hace

Empiezo a distinguir las cosas que se escriben para gustarme
o para enamorarme
de las que se escriben para herirme
o golpearme.
Distingo además lo que haces cuando me piensas bien
de lo que haces cuando me piensas mal.
Cuando me crees buena y virtuosa
y cuando me crees mala e insuficiente.
Y un poco tonta, tal vez.
Cuando tus mentiras no se descubren
y cuando sí.
Si piensas en mí
o piensas en otra
o en otras
o, digamos, en las demás.
Las que sí son hábiles
y buenas
y a las que buscas de madrugada
cuando ellas no te buscan
o te buscan en silencio.

Poco a poco irán tomando forma humana esos sentimientos,
esa búsqueda
pero a la vez se harán humanos los miedos
y las mentiras
y las verdades
y el no dormir cuando el otro sí lo hace.
Pero no distingo todavía entre la
verdad
y la mentira.
Entre lo que es
y lo que parece.
O, peor, lo que parece en mi cabeza.

Y como no distingo todavía entre esa verdad
y la verdad,
elijo 
(pues eso sí lo conozco bien)
tu mentira
pero solo si no conozco nunca la verdad.
Tal vez
lo grave, en realidad, no es que me mientas.
Lo grave es que yo lo sepa.
Y tú no te des cuenta.
Y entonces sí estallaría la Tercera Guerra Mundial.
Con palos y piedras y sangre
y ni rastro de nosotros.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Existir sin nadie

Qué difícil existir sin nadie en estas tardes que saben a Couldina y a tarta de queso. Qué difícil, porque lo mínimo sería compartirlas un poquito -y no solo la tarta- y dejarse amar para dejarse de mantas de sofá.

Qué difícil es existir sin nadie no solo esta tarde, sino todas las que se le parecen, las que huelen un poco a domingo pero ni siquiera lo son. Son sábados apátridas de dolor de cabeza, mejillas rojas, de libros demasiado lentos que no me sacan de este día.

Qué difícil existir sin nadie cuando el techo se va acercando a ti poco a poco y te oprime el pecho y te hace hipar y parece que te dice "¿pero qué te creías?".

Y realmente no sabes, no. Pero qué difícil es existir así.

viernes, 15 de noviembre de 2013

La lógica de los árboles.

Cada cosa en el mundo tiene su lógica propia. Las calles tienen su lógica propia. Los tomates y los gatos también. Mi lógica es un poco gris, un poco nocturna. Es una lógica con techos, lluvia, una lata vacía de cerveza triptriptrip, qué cosa tan seria., y un poco de soledad y whisky. En el fondo toda lógica es solitaria y sobre todo la de los gatos. En realidad un gato no vive su propia vida. Un gato vive la vida de la ciudad. La lógica del gato es de la calle, de la sangre, de la basura y de la mierda trip trip trip. Una lógica jodida, una puta mierda. Para ser gato hay que comprender primero la lógica de los árboles., que si es un árbol triste o un árbol alegre, que si es un árbol donde se mean los perros o donde se besan un hombre y una mujer. 

(...)

Mi lógica es vagabundear por los techos y decir trip trip trip soy el dueño de mi pequeña soledad alquilada., qué cosa tan seria, es sentir la lluvia en mi rostro, es ser la lluvia, ser la desolación, ser el viento nocturno...


Opio en las nubes, Rafael Chaparro Madiedo