sábado, 31 de marzo de 2012

Quiérela, cobarde.

Quiérela con locura. Quiérela desde el primer día, desde el primer segundo que paséis juntos, desde la primera mirada, la primera sonrisa y el primer beso. Quiérela cuando finja tener frío para que le prestes la chaqueta, cuando se aparte el flequillo de la cara de un soplido, cuando te hable de ella, o de sus gatos, o de su libro favorito, o de la música que escucha cuando está triste, o de los vicios inconfesables que llenan sus noches turbias. Quiérela e invítala al cine, que elija ella, que se siente a tu izquierda porque es su lado bueno. Quiérela con todas las letras. Con quince letras. Quiérela con todo tu corazón, con toda tu alma, con las manos, con los pies y hasta con las rodillas. Quiérela tanto como para desear hacerle el amor y no follarla, como para regalarle rosas en San Valentín y en San Jorge y cuando suspenda un examen, cuando la echen del trabajo o cuando supere la prueba más difícil que se le ponga delante.
Quiérela tanto como a la primera, sea cual sea. Quiérela aunque sea flor de un día, o de una noche, o de una mala semana. Quiérela al mismo nivel, con la misma fuerza, con el mismo AMOR que a cualquier otra. Quiérela y que sea especial. Quiérela hasta que ella sea ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción. 
Quiérela y que ella sea Julieta, Courtney, Yoko, Bonnie, Cleopatra, Lois, Priscilla o Nancy y haz de ti un Romeo, Kurt, John, Clyde, César, Clark, Elvis o Sid. Pero quiérela y hazla sentir otra. La única. La primera y la última. Quiérela aunque no sea la mujer de tu vida, porque ella ya es mujer de la suya. Quiérela. Quiérela y que lo sepa, que lo sepan todos, que os miren con envidia por la calle como si de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart se tratase.
Quiérela porque ella lo hará. Quiérela porque puede que ella ya lo esté haciendo. Quiérela y reza porque no sea demasiado tarde. Quiérela, cobarde. Y mucho.


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julia

miércoles, 28 de marzo de 2012

Me ha hecho poeta la vida. Miguel Hernández.

Querida Setefilla:
Su dolorida carta llegó horas después de la noticia trágica de que nuestro amigo el poeta había muerto en la cárcel de Alicante el pasado día 28. Miguel fue un relámpago en mi vida, y como tal, fugazmente, se desvanece. Pero su amistad, que nunca se irá, me trajo la experiencia de un cariño hermoso, verdadero (...).
El abrecartas, Vicente Molina Foix, p. 54



Estoy sentada en la cama, con la espalda apoyada en un almohadón. A mi izquierda, sobre un mueble de cajones y al alcance de mi mano, una infusión. Nada de café a partir de las 7. A mi alrededor, libros. El abrecartas, de Molina Foix; El rayo que no cesa, de Miguel Hernández, y dos antologías de éste mismo. Una edición conmemorativa de Austral, de tapas duras en tonos azules y otra titulada Me ha hecho poeta la vida, edición infantil. Quince poemas de Miguel Hernández sobre la vida, la muerte, el dolor y el amor. Quince poemas para el siglo XXI, cien años después de la muerte del poeta. Contiene un CD con los quince poemas leídos, que escucho mientras escribo esto y, algunos, los recito a la vez, en voz bajita. En mi pared, una postal con un fragmento de Aceituneros.

Pero hoy no hace cien años del nacimiento del poeta, sino 70 años de su muerte. Miguel Hernández nació en Orihuela, su pueblo y el mio Alicante, el 30 de octubre de 1910. En 1925 deja la escuela y comienza a cuidar las cabras de la familia. En estos años entablará una profunda amistad con Ramón Sijé con quien tanto quería. A los 21 años viaja a Madrid para comenzar una carrera literaria que no tendrá éxito y regresará a Orihuela, para volver a intentarlo en 1934, volviendo a Madrid y trabajando como secretario para José María Cossio. En 1935 muere Ramón Sijé y le dedica la Elegía. Al estallar la Guerra Civil se alista en el bando republicano. En marzo de 1937 vuelve a Orihuela durante unos días para casarse con Josefina Manresa, con quien tendrá un hijo que morirá a los 10 meses de nacer. Al terminar la guerra parte con intención de pasar la frontera de Portugal por Huelva, pero es interceptado y enviado a la cárcel de Sevilla y más adelante a la de Madrid, de donde saldrá gracias a Pablo Neruda. Regresará a Orihuela pero será delatado y encarcelado de nuevo. Conmutarán su pena de muerte por 30 años de cárcel, pero morirá en la enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante, el 28 de marzo de 1942. Hace ahora 70 años.

"Fue un joven que nunca envejecerá, porque murió en plena juventud y todas las fotos que guardamos de él nos ofrecen esa imagen del hombre entusiasta y sonriente, lleno de vitalidad. Vivió como tragándose la vida, a toda prisa, entregándose en todo lo que hacía, generosamente.", dice Jorge Urrutia en el prólogo de la edición de El rayo que no cesa, de Alianza Editorial. 

Y yo creo que no tengo mucho más que decir. Que me encanta y me revoluciona, que si tengo que elegir, y no quiero, es mi poeta favorito. Que os lo recomiendo, ya, ahora. Aquí podéis encontrar de todo sobre él y su obra completa. Y si queréis ir más allá, tener otra visión y, sobre todo, si os queréis meter en la piel de muchos otros poetas y escritores de principios del siglo XX y de más personajes reales y ficticios, os recomiendo El abrecartas, de Vicente Molina Foix.

 
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
Miguel Hernández , El rayo que no cesa

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ
 

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
 

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
 

Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
 

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
 

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
 

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
 

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
 

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
 

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
 

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
 

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
 

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
 

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
 

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
 

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
 

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
 

A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936) 
Miguel Hernández


Disfrutadlo. Al menos tanto como yo.
julia

martes, 27 de marzo de 2012

Sal con una chica que no lee...


...Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee
conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

Extraído de Sal con una chica que no lee, de Charles Warnke
Gracias a SrtaPasion  por mostrármelo.

Disfrutad. Os veo en la biblioteca. O en el parque. O en el bus. Pero con un libro.
julia

sábado, 24 de marzo de 2012

Balcones.

En un balcón alguien tiende, en otro riegan las plantas. Encima de su cabeza oye el rumor de una conversación en un balcón que no alcanza a ver. Palabras, risas y el chasquido de un mechero. 
Y más abajo, una camiseta larga, calcetines cortos, piernas descubiertas. Una pinza en el pelo y restos del maquillaje de la noche anterior. Fuma apoyada en la barandilla del balcón mientras observa las flores muertas y se pregunta como ella sí sobrevivió al invierno. No como sus plantas, ni su amor, ni la ilusión de las primeras veces. Del primer todo.
Oye como se despierta y recoge su ropa del suelo. Y el ruido de la ventana. Y otro mechero que, luego, vuelve a la mesilla de noche.
Ella, silenciosa, sin decir una palabra, sin los buenos días que ya no son tan buenos, coge las zapatillas que anoche dejó en el comedor. Y huye. Cierra la puerta sin hacer ruido y ya en el rellano se pone las zapatillas. Apura el cigarro llegando al segundo piso. Tira la colilla en el primero. Y cuando llega a la calle, el aire le hiela las piernas, recordándole que, otra vez, no lleva pantalones. Y se encuentra como la dejó él, abrazada a una duda, en mitad de la calle y desnuda.


julia

sábado, 17 de marzo de 2012

Corazón coraza.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero

porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre

y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Corazón coraza, Mario Benedetti

Aunque esta herida duela como dos y duela más que un piercing del ombligo infectado, que un tatuaje en la parte superior del pecho, que un parto múltiple sin epidural, que una sonrisa perfecta que se parte en dos por un golpe de suerte. Que un adiós. 


julia

martes, 6 de marzo de 2012

Anticipa

El te quiero que se pierde entre los pitidos y que solo recibe como respuesta "Duración de la llamada: 18:27"