sábado, 28 de junio de 2014

La maldición.

Hay algo que va mal porque noto un dolor aquí abajo, donde se esconde la pena, un dolor que me tira hacia abajo y me hace querer estar agachada, muy quietecita. Sé que algo va mal porque hoy te he soñado con la forma que solías tener antes y no puedo, no quiero pensar la forma que tendrás hoy que es día 28, hoy que tendríamos que estar juntos bajo el pórtico, levantándonos y arrodillándonos al ritmo de los demás. Hoy, amor, mi elefante, quisiera saber dónde te has ocultado todo este tiempo y quisiera que hubieses venido a buscarme. Hoy miro el vestido que sigue colgado en la percha rosa y que quién sabe cuándo tendré la oportunidad o el valor de ponerme, a qué celebración seré invitada que merezca la pena, cuándo llegará el momento de sacar el vestido coral de su funda y de recogerme el pelo, si es que llegará algún día.

He comprobado firmemente, sí, que existe la maldición del vestido. Que el anticipo en la compra pone fin a aquello que esté en marcha como si fuera un mal presagio o un mal augurio o el ojo opaco de un pescado. He comprobado, desde luego, que la frivolidad se extiende cada mañana que paso sola en esta cama e intento volver a dormir aunque sé que si duermo más voy a tener pesadillas y sueño que vuelves y me despierto sin saber qué es verdad y qué es sólo sueño y debo mirar la pizarra de detrás de la puerta para estar segura.

domingo, 22 de junio de 2014

El elefante y la paloma.

México, 1953


Sr. mío Don Diego:

Escribo esto desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Intentan apresurame pero yo estoy resuelta a terminar ésta carta, no quiero dejar nada a medias y menos ahora que sé lo que planean, quieren herirme el orgullo cortándome una pata... Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían, NO, yo ya era una mujer incompleta cuando le perdí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví.
No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno...no sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres...¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mi, primero por mi porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Por que no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada...
Bueno el motivo de esta carta no es para reprocharte más de lo que ya nos hemos reprochado en esta y quién sabe cuántas pinches vidas más, es sólo que van a cortarme una pierna (al fin se salió con la suya la condenada)... Te dije que yo ya me hacía incompleta de tiempo atrás, pero ¿qué puta necesidad de que la gente lo supiera? Y ahora ya ves, mi fragmentación estará a la vista de todos, de ti... Por eso antes que te vayan con el chisme te lo digo yo "personalmente", disculpa que no me pare en tu casa para decírtelo de frente pero en éstas instancias y condiciones ya no me han dejado salir de la habitación ni para ir al baño. No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada,
te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te "amputo" de mi, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín.Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.
Se despide quien le ama con vehemente locura, Su Frida