viernes, 28 de marzo de 2014

El día que

El día que te eché de menos recordé cómo cocinabas para mí. Cómo echabas sal cuando yo no miraba y cómo subías y bajabas continuamente el fuego, intentando encontrar ese punto medio para el que no tenías paciencia. Te recordé y vinieron a mí sábanas cambiadas entre dos, sábados de sofá compartido, mantas pequeñas para cuerpos grandes, cuerpos juntos. Eché de menos tus manos y tus mejillas rojas por el frío, tu pelo limpio, tu nariz. Cómo escuchaba historias de tus amigos, de viajes, de adioses. Eché de menos que te abrieses y dijeses con cuidado lo que no quería, pero necesitaba oír. Eché de menos tu cuidado, sobre todo. Tu mimo, tus brazos largos, tus hombros suaves, el vello de tu nuca. Los zapatos que me hacían tropezar. Eché de menos rosas, amigos, risas, sueños. Las primeras películas, los primeros portales, las escaleras, los ascensores. El miedo bueno del principio, nada del final. Eché de menos tus besos cuando me dolía la tripita, como ahora. Tus manos grandes...

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