miércoles, 25 de julio de 2012

Duele.

No aprendo a guardar ibuprofeno en el cajón de la mesilla, pero guardo una linterna por si por primera vez en 10 meses empiezo a temer al monstruo que vive debajo de mi cama, por eso interrogo a mis virtudes cada madrugada, cuando me debato entre el sueño y la cama, el vaso de agua, el balcón, yendo descalza, y el murmullo de mis vecinos cuando vuelven de fiesta.
Por eso, porque hoy Zaragoza me ha vomitado encima pero no tengo a dónde ir, ni ropa limpia que ponerme, ni una ducha que arrastre por el desagüe todo lo que llevo encima. Porque se iría un montón de agua negra como cuando me teñía el pelo y hace muchos, muchos meses que dejé de hacerlo.

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