martes, 2 de diciembre de 2014

El camino transolvido.

Ya no son tus brazos los que me protegen de la lluvia sino que es tu piel tersa atravesada por mil varillas metálicas. Ya no me oculto bajo las sábanas junto a ti si puedo protegerme bajo tu piel tersa impermeable. No huelo tu pelo antes de ir a dormir porque con él llené las fundas de mis almohadones y ahora duermo realmente entre las nubes de tu pelo. Y sí, es mejor así. Con tus camisetas viejas de algodón bueno limpio la encimera después de hacer el café y con las nuevas froto los cristales cuando tengo invitados y quito el polvo de mi mesilla de noche cuando alguno de ellos se va a quedar a dormir. Descubrí que la mejor forma de calentar mi casa es quemar las cartas y los libros y ya nadie se pregunta qué fue de ti si ya imaginan que he reutilizado tu herencia y lo que quedó de tu presencia cuando decidiste irte...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Será que por entonces ni tenía ese libro.