Todo lo que puedas encontrar
2014
aburrimiento
Arte
ayer
Belén Gopegui
cartagena
Cine
compras
creatividad
deseos
Desintoxicación
el después
energia biopoetica
Federico García Lorca
Filología
Frida
hay cosas que dan asco
Hoy...
Juan José Millás
las cosas que son bien
Literatura
lo que a mi concierne
mi casa
micro.
Miguel Delibes
Miguel Hernández
mio.
moda
musica
orgásmico
Películas que ver antes de morir
pesimismo
poesía
rebajas
reflexiones
Sabina
Sexo en Nueva York
Teatro
tienes que leerlo
viajes
viejo
Zaragoza
Zoe
martes, 15 de octubre de 2013
La biblioteca
«Joder, qué alta. Más que alta: infinita. Puedes juntar mis piernas en una sola y esa única pierna mía, poco funcional, sí, seguirá siendo más corta que cualquiera de las suyas. Finas, ligeras, curvilíneas, infinitas.» Piensa ella desde una esquina poco accesible de la biblioteca, rodeada de gramáticas y manuales. El objeto de su envidia se levanta de la mesa y atraviesa toda la sala casi flotando, sin apenas tocar el suelo, como si la gravedad no actuase sobre un cuerpo tan flaco. «Joder, y el pelo. Mira qué pelo.» Las puntas de su cabello golpean su espalda a cada paso que da, como si las ondas naranjas tuviesen vida propia y quisiesen romper con la monotonía de la biblioteca. «Si el mundo fuese justo, ahora esta tía se tropezaría y se dejaría los dientes en ello». Y, como por arte de magia (oscura) un pequeño traspiés que hace que más de la mitad de los espectadores contengan la respiración durante esos tres o cuatro segundos en los que parece que se va a caer y se va a partir en dos contra el suelo. Pero, en el último instante, un saltito grácil libera su tobillo de la correa de la mochila de un chico que avergonzado le pide disculpas y en un susurro le ofrece un café, proclamándose campeón mundial de la biblioteca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Habló.
Publicar un comentario