miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mañana.

Mañana, poca cosa. Rutina filológica de la que tendría que haber adoptado hace ya un tiempecito.
Por la mañana, biblioteca. María Moliner, probablemente. En plena City, para empaparse del espíritu universitario; ver, dejarse ver y que te vean; consultar unas pequeñas dudas a grandes profes; descubrir el significado de adjunto, disjunto, deóntica (¿?); recados, organización, vicio, perversión; y mañana, exclusivamente, Natalia, Jorge, Berta. De todo un poco, como en la vida misma.
Por la tarde, clase. Latín, lingüística general, teoría de la literatura. La muerte, lo activo, lo onírico. Pero pesa más la muerte, you know. Evolución etimológica, análisis y traducción, reglas, acentos, palabras breves y palabras largas y sueños breves y sueños largos y párpados lánguidos que se cierran... Y cabezas que sueñan con latinismos después, ya en la cama, como pesadilla recurrente de estudiantes de primero de filología hispánica de unizar. ¿Latín a la hora de la siesta? No, gracias. Prefiero edredones rojos a bolos. ¿Ver atardecer desde el quinto piso de interfacultades? Qué remedio. Entrar a las 15:30, en plena efervescencia del día y salir...
...de noche. 20:00 en la península. Cañas filológicas, autobuses, tranvías, bicis, Plaza del Pilar, compras de última hora, turismo por la Madalena profunda... Prolongar un poco más el día.
Ya en casa, tarde y mal, cena; algún apunte, algún libro si hay mucho ánimo; sino, series online, twitter, facebook, tuenti, guasap, llamadas a familiares y amigos... y como si de una clase de latín se tratase, sueño de nuevo.
Y mañana, miércoles. El viernes de los filólogos que sólo tenemos clase de lunes a miércoles. Semana especialemente rara, por cierto. Lunes y martes, curso sobre la subjetividad en el lenguaje. Aflora en Julia el viejo sueño del periodismo y se replantea el sentido de la vida. La charla de Paco Hernández Paricio levanta ampollas en su adormilado sentir político y revolucionario (aunque más que adormilado, apocopado con el cambio al calendario mariano y la vuelta a 1996) y se lia la manta a la cabeza, bolígrafo de gel en mano, dispuesta a conseguir los dos créditos de libre elección que prometen al estudiante aplicado. Pero del periodismo pasa a la psicología, la psicopedagogía, la historia, el sueño del teatro... y vuelve a la filología, como alguien que, ya que de nada le sirve revelarse, se rebela contra si misma.


Y, al final de todo una esperanza y unas ganas tremendas de escribir algo decente y de que este blog deje de parecer mi querido diario.
Otro día, más.

1 comentario:

Elena dijo...

(: Me a gustado esta entrada (: yo también dudo a veces de si debería haber empezado a estudiar otra cosa..
Ah, y soy tu fan incondicional y la de tu blog, así que cuando escribas algo, avisa! (; jaja

un besito enoorme! Te dejo mi huellita