Ya no son tus brazos los que me protegen de la lluvia sino que es tu piel tersa atravesada por mil varillas metálicas. Ya no me oculto bajo las sábanas junto a ti si puedo protegerme bajo tu piel tersa impermeable. No huelo tu pelo antes de ir a dormir porque con él llené las fundas de mis almohadones y ahora duermo realmente entre las nubes de tu pelo. Y sí, es mejor así. Con tus camisetas viejas de algodón bueno limpio la encimera después de hacer el café y con las nuevas froto los cristales cuando tengo invitados y quito el polvo de mi mesilla de noche cuando alguno de ellos se va a quedar a dormir. Descubrí que la mejor forma de calentar mi casa es quemar las cartas y los libros y ya nadie se pregunta qué fue de ti si ya imaginan que he reutilizado tu herencia y lo que quedó de tu presencia cuando decidiste irte...
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1 comentario:
Será que por entonces ni tenía ese libro.
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