Yo he visto ocurrir milagros.
He visto como la gente volvía a sus viejas casas y cómo las cartas devueltas con su destinatario desconocido garabateado detrás llegaban a los buzones.
Vi cómo las luces se encendían de pronto e iluminaban tu cara dormida sobre mi almohada y cómo te revolvías esperando impaciente que volvieran a apagarse.
El milagro de tu mano sobre la mía en una butaca de cine.
Observé cómo llegaba el invierno y cómo tú hacías un hueco en tu bolsillo para mi mano.
Vi el milagro de tu vuelta, de tu lo siento, de tu adiós una vez más.
Contemplé impasible cómo callabas durante horas y, negando la evidencia, me decías adiós para siempre.
No pensé que vería nunca el milagro de los libros saliendo de mi casa y llegué incluso a ver su vuelta y ahora las torres de libros desbordan las estanterías y el buzón de tu antigua casa rebosa cartas y postales...
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