Je suis le gardien
du sommeil de ses nuits
Desde lo alto del muslo izquierdo me susura un "sigo aquí, no me olvides" que me quita las ganas de vivir y la vida entera, y muero por ti, que je l'aime a mourir. Así, en francés, no en inglés. No soy moderna, soy romántica, de las que llevan un vestido que deja asomar un pequeño error del tamaño de la cabeza de un tornillo y que habla, que me dice "sigo aquí, no me olvides" y que me hace tirarme de la falda y cruzarme de piernas, ahogarlo entre ellas como hice ya tantas veces.
Hay personas que son muchas, y por eso mi cama es grande aunque esté vacía y una almohada paralela a mi llena ese vacío. Y tu sofá, de uno y justo: nada de intrusos en el paraíso. Ancha de corazón, y demasiado, somos ¿fuimos? tres, cuatro, cinco. Innecesarios, maravillosos, justos, simultáneos.
Llevo vestido, precioso, además. De romántica. ¿Lo soy? Hace tiempo que olvidé qué era y qué no. ¿Me lo quitas? No, déjalo. Ahora, despacio. Poco a poco. Ahora si, hay todo el tiempo del mundo.
Y, escapista como sabe ser, como sabe que debe, va desapareciendo poco a poco y el color morado es cada vez más claro, y luego amarillo, y luego desaparece, escapa, huye. Fiel o infiel, qué más da. Incumpliendo su primera promesa ya puesta por escrito, negro sobre blanco, impreso en arial 12 en un martes 13. La primera, las demás. Y eso si, qué más da.
julia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario