martes, 27 de noviembre de 2012

Llevarme puesta o de por qué no hay que regalar libros.

No regales libros. No me regales libros jamás, ni por amor, ni mucho menos sin amor. No regales libros por Navidad, por cumpleaños, por compromiso, por gusto ni por San Jorge. Regala flores. Regálame flores, sólo me harán acordarme de ti unas horas. Cuando regalas un libro, te están leyendo a ti. Eres tú el que duerme en la mesilla, a los pies de la cama, olvidado en una estantería u oculto y polvoriento en una despensa o en un trastero. Cuando regalas un libro, mereces que doblen las esquinas de esa imagen de ti que es el libro, que te doblen a ti y que marquen el pliegue con la uña como un día repasaban con mimo tus facciones. Cuando cometes una imprudencia así, mereces que olviden en un banco o en un bar o en un aeropuerto ese apéndice de tu cuerpo del que decides desprenderte. Cuando estás dispuesto a que te odien en cada página cuando sólo quieran olvidarse de ti, mereces ir en el mismo bolso que la botella de agua mal cerrada el día que tenga que correr para coger el bus y morir ahogado, tú, o tu libro, rodeado de mis cosas.

No regales, no me regales libros, porque será como tenerte eternamente en la estantería, o en la mesilla, o como verte en cada biblioteca. Como leerte en cada página.

No me regales camisetas, porque será como llevarte puesto.

No vuelvas a llevarme puesta, por favor.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Desintoxicación bis

Mi último amor duró una noche.
¡Fuimos tan felices!
¡Nos quisimos tanto!

Día  1 bis,  sábado
No dormiré con pendientes. No negaré la evidencia. No preguntaré. No elegiré el lado de dentro de la cama. No elegiré ninguno. No seré una buena invitada. No me desabrochará(s) el vestido. No serás indiferente. No me quedaré a dormir.

Si me lo pides me quedo contigo toda la vida...
(ni siquiera intercambiamos teléfonos)




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Tengo la casa llena de hombres, Vicky de Sus

domingo, 25 de noviembre de 2012

Desintoxicación.

Día 1, viernes.

Y yo a quién le voy a llorar ahora y a quién le voy a suplicar que me cuente cositas y con quién me reiré de cosas absurdas que les pasan a los demás y a quién le susurraré que me haga el amor y quién me necesitará para dormir y quién querrá irse pronto y quién se quejará del frío y quién me echará la bronca por haberlo dejado y de quién dudaré y a quién intentaré contentar y a quién (no) traicionaré y por quién pensaré las cosas dos veces y a quién morderé la oreja y estiraré del pelo y pediré más y miraré beber café y a quién obviaré esperando y a quién buscaré y evitaré y a quién...

viernes, 2 de noviembre de 2012

helena (así, con minúscula)

DEMETRIO.- ¿Acaso te seduzco o te halago? ¿No te he dicho más bien la pura verdad: que no te amo ni te puedo amar?
HELENA.- Pues hasta por eso te amo más. Soy tu perro, y cuanto más me pegues, Demetrio, más te acariciaré. Trátame sólo como a tu perro; recházame, golpéame, olvídame, piérdeme; pero por indigna que sea, permíteme siquiera que te siga. ¿Qué peor sitio puedo pedir en tu amor, aun siendo para mí un puesto de honor, que el de ser tratada como tratas a tu perro?
Sueño una noche de verano, acto II, escena I. Shakespeare

Voy a ser una Helena maravillosa. Ya veréis. Tengo 362 días de experiencia (de la mala). 
Pero, oye, que de todo se aprende.

helena.
(no, oc, julia)